miércoles, 16 de marzo de 2011

Nuclear

A día de hoy, el mundo tiene puesto los ojos en dos problemas generales. Mientras que el primero es el conflicto en los países árabes, el terremoto de Japón hizo que nos fuésemos a uno de los lugares más alejados de España. Sin embargo, lo que ahí comenzó como una preocupación de índole social, entiéndase así a la preocupación por el número de víctimas mortales por el tsunami (sigo intentando averiguar cuál es la palabra correcta en español), se ha transformado en una agitación mundial por la Central Nuclear de Fukushima, la cuál amenaza con romperse y someter a Japón a la que yo consideraría cuarta catástrofe nuclear de su historia, después de las causadas por las bombas de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente, y el accidente de 2007 en Niigata, también por culpa de un terremoto.

Estas imágenes muestran lo ocurrido tras la bomba atómica de Nagasaki, un ejemplo bastante visual de lo peligroso de lo nuclear. Y, sin embargo, diría que no lo más importante. Al principio yo estaba a favor de la energía nuclear, al fin y al cabo, es una energía "poco contaminante". Parece ser una verdad irrefutable, si no pasa nada, el proceso de obtención de energía no contamina, mentira. Si puede que las haya otras peores yo he llegado a la conclusión de que hay dos problemas fundamentales. Y no soy experta, y puedo estar equivocada, pero me arriesgo.


1.- Los residuos. Sí, según tengo entendido, lo más nuclear que puede existir en la Tierra es el Uranio, pero ya hemos llegado los humanos a, por la obtención de energía a partir de éste, terminar con otras sustancias muchísimo más nucleares, antinaturales. ¿Qué se hace con ellos? Según parece, almacenarlos. Dependiendo de la radiactividad en complejos preparados para ellos o, cuando ésta es alta, se procede al enterramiento ecológico. Hablando en lenguaje coloquial: se entierra. Claro que no a poca profundidad y sin cubierta, pero, en definitiva, es ésto lo que se hace.

Parecen ser pocas las personas preocupadas por el hecho de que algún tipo de catástrofe natural o algo tan obvio como el paso del tiempo puedan llevar a estos materiales de tan alarmante radiactividad, puedan dejar los mencionados al aire libre, pudiendo causar una catástrofe nuclear, quizá no mañana, pero si en un algunos años o en algunos miles, nadie lo sabe.

2.- Los fallos. En un proceso que funcione a condiciones óptimas, según parece la contaminación nuclear es la de los residuos, no más. Hasta aquí todo bien, pero se han visto muchos casos durante los últimos 30 años, el más reciente el actual en Japón, que las centrales pueden fallar. Tanto por errores humanos, como por acción de la naturaleza. Y cuando algo así ocurre, podemos encontrarnos ante otro Chernóbil.

En España siempre lo hemos visto todo como algo lejano, pero también nosotros tenemos centrales nucleares. Si hubiese un accidente aquí, ¿qué haríamos? Seríamos los españoles los que nos enfrentaríamos a años de radiactividad, a contaminación del medio, a enfermedades... Nuestro gobierno se acaba de proponer hacer una revisión a cada una de las plantas con las que cuenta España, pero mientras sigue en marcha el plan de construcción de un Cementerio Nuclear y el de un almacén geológico profundo para 2035.


Así que, en definitiva, y en una de las entradas que quiero releer dentro de algunos años y poder alegrarme del cambio, solo puedo decir que yo soy antinuclear. Porque no creo que merezca la pena jugar con fuego si hay energías renovables y modelos nuevos (como sería el del Hidrógeno), yo digo que deberíamos apartarnos lo antes posible de lo nuclear. Porque yo aun creo en un planeta limpio en verde donde vivir, valoro y creo en la vida.

Dejo algunos links de interés aquí:
Accidente de Chernóbil (Wikipedia)

Residuo radiactivo (Wikipedia)
- Fin de la era natural (Greenpeace) 
Las 15 mentiras de la industria nuclear según Greenpeace
Víctimas de Chernóbil (YouTube)
Energía nuclear (YouTube)
Accidentes nucleares civiles (Wikipedia)

martes, 1 de marzo de 2011

Diario

Hoy he estado viendo un monólogo de Anabel Alonso, cuyo título reza "Diario de un adolescente". Llegué a la mayoría de edad hace más de un mes y, debo decir, que nunca he tenido un diario. Soy inconstante, eso es una realidad.

Recuerdo los últimos cursos de primaria, recién cambiada yo al que aun es mi colegio, que nos mandaron esa "tarea de vacaciones". Fue en verano. Dos meses donde la gente suele hacer muchísimas cosas, generalmente viajes. Mis veranos eran rutina, soy del extraño grupo que quería que fuese Septiembre una semana después de que empezasen las vacaciones.

Así que ahí estaba yo, con un diario que escribir y nada que contar. Esa es la segunda tarea de la que soy consciente que no hice. Lo intenté, eso que no se dude. Pero cuando día tras día parece que vives la "vida del bebé" (comer y dormir) es complicado tener algo que contar. Me ha venido a la mente un episodio de Rolie Polie Olie (no sé si soy la única que vio esa serie entera varias veces), cuando Olie tiene que escribir un diario y se inventa aventuras con su desayuno y similares. Sí, él tampoco sabía que contar.

Me gustaría escribir un diario. Dentro de 20 años no me acordaré de como veía yo el mundo ahora. Ya he dejado 18 años en el olvido, 18 años de emociones, sentimientos e ideas que nunca podré recordar. Es algo que me deja algo melancólica, pero al menos puedo decir que he vivido. Nunca recordaré los detalles y, dentro de 100 años, nadie encontrará esos libros y sabrá como se vivía a inicios del siglo XXI.

Espero que haya alguien que tenga un diario físico, de esos de papel y tinta, porque en Internet o en el ordenador las nuevas generaciones tenemos mucho, pero nunca se sabe si desaparecerá. Más complicado sería que dejásemos de saber leer o escribir. Así que solo puedo confiar en que alguien plasme a nuestra generación en un papel eterno, yo no lo estoy haciendo.