Imagino que desaparezco. En comunicación, mi vida se parece
a la que tenía mi bisabuelo a mi edad. No tengo internet, ni Twitter, ni
whatsapp, ni tan siquiera un número de teléfono. Quizá tenga un portátil, para
escribir, o usar el Excel. Irrelevante.
Ustedes no volverían nunca a saber nada de mí, y viceversa.
Me pregunto cómo me sentiría. Tengo a personas a las que valoro muchísimo
repartidas por el mundo, algunas a tan sólo unas paradas de metro, pero, de
cualquier modo, les perdería a todos. Supongo que estaría sola. ¿Volvería? No
lo sé.
¿Y si fuera al revés? Quizá mañana me despierte y ella, o
ella, o él, o ellos, hayan desaparecido. Se habrían bajado de la nube. ¿Los
iría a buscar? ¿Podría al menos desearles lo mejor? ¿Volvería a escuchar su voz
alguna vez? Ojalá. Tampoco lo sé.
No sé qué pasaría si desapareciera, pero hoy, hoy que me
planteo que quizá pase, quiero desearles a cada uno de ustedes lo mejor. Si desapareciera
físicamente, si mañana me fuera a otro lugar, sería lo mismo que les desearía a
mis personas físicas, que no reales. Eso lo somos todos.
Nos arriesgamos en la comunicación no física, nos arriesgamos a
querernos y preocuparnos en la distancia, a aprender los unos de los otros.
Pero, sobre todo, a poder elegir si queríamos hacerlo. Quizá me vaya yo, quizá tú, quizá todos, voluntariamente o no, para siempre o por alguna temporada, pero el recuerdo nunca se irá, porque lo bueno no se olvida.
Yo no lo hubiera dicho mejor!
ResponderEliminarBesos
Un alma viejo en un nuevo cuerpo dejando huellas para seguir.
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