Han cambiado muchas cosas durante esta semana. Para empezar, era casi una tradición ser nosotros los que fuésemos a Madrid. Esta vez no ha sido así, obviamente. Segundo, de normal yo peleo con mi hermana y mi madre por las cosas más estúpidas cuando estamos todos juntos. Tampoco fue así, he hecho todo lo que me han pedido y ya está, sin cismas familiares. Tercero, no he visto nada, absolutamente, nada de procesiones o actos religiosos, ni en la televisión ni en las calles, y eso me gusta. Ha sido una semana muy pacífica y relajante, en este sentido.
Sí. Esta semana que los religiosos, y otros no tan religiosos, toman para reflexionar, a mí me ha servido para aprender a convivir con la familia y a darme cuenta de que soy atea, y soy feliz siéndolo. Sin remordimientos ni culpas ni nada. Jesús, cenaste, moriste, resucitaste y subiste al cielo, ¿pero sabes qué? Me da igual.
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