jueves, 28 de enero de 2010

Campo

El lunes me fui de acampada con el colegio, tres días, hasta el mediodía del miércoles. Ya tengo diecisiete años, son muchas las acampadas escolares que tengo tras de mí, así que creo que salí de mi casa bastante poco ilusionada. El plan que nos habían dado se planteaba un poco raro, con actividades muy distintas y a horas extrañas. Como suele ocurrir, las cosas no salieron como se había planeado, pero no me importa, me lo pasé bien.

Después de cada acontecimiento de mi vida, me siento y hago un repaso. No en fin de año, navidad o en mi cumpleaños, sino eventos un poco más significativos, no en una simple fecha. Lo intentaré hacer de estos dos días y medio en Valleseco, uno de los municipios más fríos y húmedos de la isla, con temperaturas de menos de 10 de grados prácticamente todo el rato y rodeada de diez chicos, cuatro chicas, una profesora, tres monitores, otras cuatro personas que no sé catalogar, muchos animales y plantas.

Recuerdo esos tres días y no sé por donde empezar. Adoro la naturaleza, creo que siempre he sido así. Me divierte aprender nombres científicos de plantas, conocer animales nuevos o reconocer las plantas autóctonas, ahora además he aprendido un poco de supervivencia o cabullería. Hay un aspecto más de la naturaleza que me fascina, la astronomía. Vimos un poco de cartografía y de orientación tanto en el cielo como en tierra. Definitivamente, soy una persona feliz rodeada de verde.

Mi renovado amor por la naturaleza no es lo único que he obtenido de este "viaje". La convivencia entre las personas es importante. No ha sido la mejor, que alguien no se duche en tres días es un poco fuerte o que sean incapaces de mantener un mínimo de orden en una zona común, pero conviviendo uno también aprende otras costumbres, a relacionarse con otras personas o a fijarse un poco más en los demás.

También aprendí una cosa más, la edad solo es un número. Cuando tratas a alguien mayor como si fuera más joven o un anciano se comporta como un niño, te das cuenta de que somos lo que queremos ser. Todos somos infantiles, todos podemos ser viejos. A todos nos gusta querer y ser queridos, todos comemos y dormimos. Cambiamos con el paso del tiempo, pero en el fondo de nosotros, ese cambio lo escogemos.

Necesito un cambio. Todavía no sé qué hacer, pero lo necesito para sentirme bien. Esa es mi última conclusión.


No hay comentarios:

Publicar un comentario