jueves, 7 de enero de 2010

Existencia

A los dieciséis años de mi vida, creo que me puedo considerar una persona inocente. Un niño pequeño es claramente más inocente, pero aunque no me guste considerarme niña, mi corta vida me convierte en una. Me gusta pensar que soy grande, responsable. No lo soy.

En la vida de todas las personas hay diferentes fases. Se es niño, se es joven, luego simplemente mayor y al final anciano. En cada persona el cambio de una etapa a otra está marcada por diferentes sucesos. Para mí, somos niños hasta que cumplimos la mayoría de edad y somos responsables de nuestros actos. La juventud, la madurez y la vejez no sé como son, no estoy cerca de esos años.

Cuando miro por la ventana y veo a la gente pasear, cuando estoy con mis padres, cuando estoy en el colegio, me da pena mi vida. Estoy en una etapa en la que se debe investigar y experimentar, correr riesgos y ser atrevidos, sin embargo, lo que esperan de nosotros es responsabilidad y más responsabilidad. Nuestro futuro dependerá de ello.

A los educadores les importa mucho la infancia, hasta el instituto más o menos, porque dicen que de ella dependerá la vida del individuo. Claro que importa, pero la adolescencia también determina mucho. Empezamos a crecer, nos acercamos a la mayoría de edad, muchos cambios en la vida ocurren en esta etapa de la vida, pero intentan cargarnos con una responsabilidad que quizá no deberíamos tener.

Suelo decir que soy como Peter Pan. No lo digo porque no quiera crecer, porque desee ser una niña toda mi vida, lo digo porque deseo poder disfrutar de mi niñez. Hay quienes lo hacen, pero entonces son denominados por nuestros progenitores como “malas influencias”, solo por realmente vivir la vida y dejar que sus hormonas les controlen. Intento pensar que procuro ser responsable para tener un buen futuro y estudiar lo que quiero, pero quizá luego estudie lo que tenga salidas, para vivir una buena vida. Cuando termine, buscaré un trabajo bien pagado para poder permitirme lo que yo quiera, pero me pregunto, ¿seré feliz?

Las “malas influencias” disfrutan y viven la vida, piensan en el momento, dejando el futuro en un segundo plano y olvidando el pasado. Puede que los estudiosos consigan una vida mejor pagada, pero no creo que sea mejor. Puede que los estudiosos se conviertan en políticos, ingenieros y médicos, pero quizá como simple economista o profesor ellos lleguen a ser igual de felices o más.

Hoy me pregunto si merece la pena gastar horas estudiando, pasar noches durmiendo para levantarme a estudiar o no salir por hacer un trabajo merece la pena. Es lo que se espera de mí, es lo que hago, es lo que seguiré haciendo. Quiero acabar el instituto. Nunca recuperaré todos años que han pasado, y aunque ahora pueda pensar que los he perdido, confío en algún día darme cuenta de que fue algo bueno.

Sé que he tenido una infancia extraña. Mis sentimientos han sido muy diversos, he tenido muchos altibajos, muchas decepciones y alegrías, he ganado y perdido amigos, querido y odiado personas, reído y llorado, pero no creo que haya vivido estos años. Ha sido como caminar sin rumbo por los días, ver como los meses pasan y las estaciones cambian.

Han pasado algunos años desde que empecé a plantearme mi existencia, desde el primer momento en el que pensé “mi vida no tiene sentido”. He cambiado. Sé que mi vida es irrelevante. No quiero ser mejor que los demás, no espero que las generaciones futuras me recuerden, no quiero destacar sobre otros, solo quiero poder despertar y comenzar a vivir ese lindo sueño llamado vida.

1 comentario:

  1. Creo que ya se por qué desde que me enseñastes el blog he estado continuamente visitandolo para leer las nuevas entradas. Te haces preguntas que ni yo mismo me las había planteado, y una vez vistas aquí, comienzo a replantearme ciertas cosas. Y además de esto, desde mi punto de vista y del de todo el que lea el blog, las respuestas y razonamientos están cargados de una gran madurez.

    En esta nueva entrada me hago por primera vez la misma pregunta que tú: ¿por qué no disfrutar de la infancia, del momento, y por qué le damos toda la importancia al futuro sin todavía vivir el presente? Y creo que ahí comparto tu visión. La vida sólo se vive una vez, y si vivimos continuamente para mañana y no para el hoy, se nos pasará volando y sin hacer absolutamente nada.

    Centrandome en la adolescencia, tienes toda la razón. Nos cargan de responsabilidades y centramos nuestra adolescencia en el estudio (¿es importante? Sí, pero como se dice, todo en exceso es malo) y nos dejan con muy poco tiempo libre para poder tener nuevas vivencias, experiencias, sensaciones, sentimientos...

    Los años pasados ya no se recuperan, habrá que ponerse manos a la obra para compaginar las responsabilidades con el disfrute de la vida. ¿ Lo conseguiremos? Ya iremos viendo a lo largo de nuestra vida... ¿Lo intentaré?...
    ¡Felicidades por este super blog!

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