sábado, 10 de marzo de 2012

La ciudad que nunca duerme

Sábado. 6.00 de la mañana. Sabadell. Es el segundo tren de la mañana con destino Barcelona. En el andén una mezcla de trabajadores, viajeros y jóvenes que vuelven de fiestas. Dentro del tren, más de lo mismo. Los primeros con caras de cansancio, los segundos agitados. El tren da algún salto, todos nos despertamos de repente.

6.30. Los túneles del metro de Plaça de Catalunya. Metro, Rodalies y Ferrocarrils todo en uno, parece una ciudad subterránea. De los muchos pasillos sale y entra gente, de todo tipo, con todas las caras, solos y acompañados, que salen de Barcelona y que recién llegan. Un grupo de jóvenes consiguen por sus pintas que Barcelona parezca de los años 80. Sonrío. Se ven grupos de turistas y extranjeros, muchos borrachos. También los ochenteros. Una pareja discute; fidelidad. Van bebidos.

7.00. Paraŀlel. Salgo esperando una soledad absoluta. Al contrario. Personas vendiendo cerveza, varios en grupos y con risas. Cafeterías abiertas y con gente dentro. Algunos con el primer café de la mañana, otros están apurando la última cerveza de la noche. O de la mañana. Paso por la comisaría. Hay gente dentro, como siempre. Las gaviotas empiezan a hacer ruido. Veo a Colón entre los árboles. Amanece.

Te quiero, Barcelona, nunca duermes.

1 comentario:

  1. Es lo mejor de Barcelona, el ritmo, la gente, el no parar. No bajar nunca de la noria...

    Besos

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