viernes, 25 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad!

Hoy es el día de Navidad. Supongo que todos estarán felices, por ahí, en la casa de algún familiar, probablemente de la abuela, preparando montón de comida y viendo a los más pequeños correr por ahí, con su pequeño juguetito del hombre gordo y con cantando todos algún villancico.

También pueden ser de esos españoles que creen que no se celebra la Navidad sino los Reyes, no me encuentro entre esa gente, y estarán como mucho almorzando junto sin haberse puesto guapos o haberle regalado algo al pequeñajo de la familia.

La verdad, me da exactamente igual como lo celebren. Esta no es una entrada hecha hoy, la he dejado escrita porque me hacía ilusión que mi blog se actualizase en un día tan... especial. Si todo ha salido bien, ahora mismo debo de estar esperando a que mis tíos aparezcan por la puerta con mis primos pequeños, mi madre debe de estar gritándome que me pruebe la ropa, mi padre querrá ir a dar un paseo y yo estaré entretenida jugando con la pistola nueva de mi primo.

Puede que no tenga una familia de película. No somos de los que nos ayudamos, nos llamamos todo el rato, nos contamos las cosas y demás. Mejor dicho, somos lo contrario. Nos peleamos todo el rato, nos ponemos malas caras, nos gritamos, nos ignoramos... No creo que haya alguien, por no decir nadie, a quien le gustaría tenerla. Pero hoy es día 25.

Desde la primera Navidad que recuerdo ha pasado mucho. Son bastantes los que se han ido y alguno que otro ha llegado. Pero hay cosas que no cambian. Por mucho que huyamos de ellos, hay frases y hechos que se nos quedan grabados. Hoy, por muy poco que me gusten todos ellos, me sentaré en la mesa y me reiré con ellos. Comeremos el queso que mi tío trae del extranjero, recordaremos las mismas anécdotas de cada año, algo en la comida saldrá mal, como siempre, pensaremos en mi abuela, en la de cosas que salieron mal y no habrían salido mal si ella estuviese. Nos pegaremos una semana diciendo "cuidado con los soplillos" en honor a ella, pero alguno se romperá, como cada año.

No soy de esas a las que le encanta la Navidad, de las que se pegan días y días comprando regalos. Pero si soy de las que, por unos pocos días al año, disfruta pensando que tiene una feliz familia unida donde no hay problemas y todos se quieren. Puede que no sea verdad, ¿pero a quién le importa? Cada uno tenemos una idea distinta de la Navidad. A mí me gusta porque me puedo mentir a mí misma. Sea cual sea tu razón, ¡feliz Navidad!

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