domingo, 20 de diciembre de 2009

Galletas

Llevo una semana entera pensando en galletas. No las típicas de los supermercados, sino unas galletitas de vainilla que aprendí a hacer hace unos seis años. Las aprendí a hacer con mi hermana y una de sus amigas. El año siguiente las hicimos de nuevo, pero sin su amiga. Este año quería volverlas a comer.

No he ido a comprar y no todo el mundo tiene ingredientes para galletas en el armario, o al menos en mi casa no es costumbre. Nadie tiene tantos gramos de harina o mantequilla, simplemente, se compran para hacer las galletas. Así que llegó el domingo, el día en el que tenía pensado hacerlas, para empezar la semana de vacaciones con el estomágo contento, no va a poder ser.

No sé por qué, cada vez que me propongo hacer algo nunca lo consigo. Soy como las promesas de Año Nuevo: al principio se cumplen. Después de un par de semanas nadie se acuerda de ellas. Mi promesa de Año Nuevo de este año es la siguiente: no hacer más promesas de Año Nuevo. A lo mejor así consigo cumplir alguna.

Sigo queriendo las galletas.

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