lunes, 15 de junio de 2009

Orgullo

Hoy tuve dos horas de deporte en el colegio. Esta vez, después de casi medio año, volvimos a jugar al balonmano. Como ocurre siempre en mi curso, no tardamos mucho en empezar a discutir. Algunos gritaban para que la gente defendiese, otros para que atacase y yo para que dejasen de pegarme. Pero bueno, cuando pregunté a una de mis amigas, ¿por qué gritas tanto? Da lo mismo, es un juego. Lo importante es divertirse y esforzarse al máximo, si además ganas, pues mejor. Su respuesta: mi orgullo.

Eso hizo que me plantease porque el orgullo, qué importancia tiene. Lo he buscado en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, y su definición es ésta: Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas. Es posible que haya veces en las que el orgullo sea eso, pero no es siempre así. Se puede tener orgullo y no ser arrogante. El orgullo, en mi opinión, va un poco más allá.
El orgullo gay, por poner un ejemplo, no es arrogante. El orgullo creo que también puede ser la no vergüenza. Vale que hay veces en las que es arrogancia pura, pero también el no tener miedo a reconocer algo, la capacidad de ser totalmente sincero. Todo ésto también es "orgullo".

Por eso creo, que todos tenemos que tener un poco de los dos tipos de orgullo. Tener del "malo" (voy a llamar así al de la arrogancia) nos hace esforzarnos al máximo, tratar de sacar lo mejor de nosotros mismos. Pero, en exceso, nos hace obviar algunas realidades, dejar pasar oportunidades únicas. Por otro lado, tener orgullo del "bueno", es decir, no avergonzarse de ser uno mismo, nos ayuda a poder vivir una vida sin mentiras y que se acerca cada día más a la tolerancia. Eso sí, mucho de este orgullo nos hace no pensar que cosas de nosotros podríamos cambiar para ser mejores personas. Esta es la razón por la que creo que los dos tipos de orgullo tienen que estar en nosotros, pero de igual manera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario